martes, 20 de julio de 2010

Rotas cuerdas de violín ensangrentadas.






Dado que el próximo sábado día 24 de julio, voy a poder asistir con devoción, como viejo iniciado de su particular culto, a la presencia de mi amada Nawja Nimri sobre un escenario, voy a recoger en  Seconal, un viejo poema del año 2000, Saints around my neck, algo primitivo en la forma, pero del cual guardo un tierno recuerdo, publicado en la ya desaparecida revista de literatura Así Roithamer. Aunque ya nada será como en los tiempos de Salto al vacío, hará diez años, cuando veía una y otra vez  una cinta VHS donde aparecía  Nawja con la cabeza rapada, rodada con una steady cam prestada. Uno era más joven, y más profeso al amor y a la ensoñación.

SAINTS AROUND MY NECK

La ancha y tersa espalda de Kim Novak,
los hermosos ojos negros de Audrey Hepburn
en Vacaciones en Roma,
Nastassja Kinski y esos labios carnosos
tan húmedos conversando
largas horas al teléfono,
la Bardott con ese rostro felino
dispuesta a devorarte el vientre,
Nawja Nimri delicadamente desnuda
con un tatuaje en los pechos,
y la morfina en las venas decrépitas
de Bela Lugosi.

ISMAEL CABEZAS (2000).

lunes, 19 de julio de 2010

Sucia habitación a oscuras.

                          La escalera del cielo. David Nebreda.

Los utensilios fotografíados son los que habitualmente utiliza el fotógrafo David Nebreda, para esculpir sobre su propio cuerpo su obra; no se trata de inocente body painting, son los instrumentos con los que Nebreda mira al vacío, a la nada, allí donde pocos se han atrevido a adentrarse, porque la senda siempre ha cobrado un precio: la locura. Pensemos en Leopoldo María Panero o en su admirado predecesor Artaud.


Nebreda talla su cuerpo con cuchillas, que aún conservan su sangre reseca, saja su carne, y la cose con hilo sucio, no importa la enfermedad, si alguien oscuro, escupe y defeca en su mente. A través del dolor, como un pequeño pájaro perdido, en cuclillas en el fondo de una sucia habitación a oscuras, Nebreda construye su escalera al cielo.

sábado, 10 de julio de 2010

Luz en el pantano.



                                      María Eugenia Reyes Lindo

Creo que a ninguno de los lectores de Seconal es necesario hacerle saber de la existencia de ese premio clásico dentro del mundo de la poesía que es el Adonais, premio que obtuvieron en su día poetas como mi admirado Claudio Rodríguez con su Don de la ebriedad.

La joven poeta sevillana María Eugenia Reyes Lindo, obtuvo con su poemario El fabricante de ruinas, un accésit del Premio Adonais en 2008, estando el jurado conformado por algunos de los más relevantes poetas españoles, que ocupan los anaqueles de mi biblioteca, como el desgraciadamente desaparecido Diego Jesús Jiménez o Antonio Colinas. 

De El fabricante de ruinas, uno de los aspectos que más me ha interesado es su construcción formal, el dominio de la poeta del ritmo del poema, que debe ser tan exacto como un metrónomo, y su exquisita puntuación. 

En otro orden de cosas, en El fabricante de ruinas, nos encontramos con poemas como Besarte, de clara temática amorosa, imbricado en la tradición de la poesía amorosa de Vicente Aleixandre o Pedro Salinas, otros cantan en tono de elegía, como Bucles, tal vez entroncados con las lecturas de Eloy Sánchez Rosillo, de quien la poeta es profundamente devota. En Otra forma de estar muerto, el amor vuelve de nuevo a aparecer, pero esta vez,  como forma de salvación de la muerte, y en Apenas un instante, nos encontramos con una elegía por la juventud perdida, en la más honda tradición de ese gran amante de la juventud que fue Jaime Gil de Biedma.

Maneras de estar sola, vuelve a recordar la mejor poesía amorosa de Pedro Salinas, y leves pinceladas culturalistas, aparecen en Trabajos de amor ganados, donde la poeta establece un juego con el título de una de las más famosas comedias de Shakespeare. La sombra del maestro fallecido en Colliure, Don Antonio Machado, surge señera, en poemas como Ya declina la tarde.

María Eugenia Reyes Lindo, es una de las voces más singulares dentro de la joven poesía sevillana, y andaluza, y su El fabricante de ruinas, tan sólo nos indica una cosa con absoluta seguridad, que como cantaba mi adorado Frank Sinatra, the best is yet to come.

OTRA FORMA DE ESTAR MUERTO

La luna,
apenas una rendija de luz tras las cortinas
de un ático mecido por la noche.
Bajo el silencio atento de unos árboles
recortados
que quisieran entrar
al amor de un fuego que no conocen.

De nuevo me has salvado de la muerte,
porque hay
muchas maneras de estar muerto:

Mirar por la ventana y ver tan sólo
la luna moribunda
y un campo de tiniebla.

MARÍA EUGENIA REYES LINDO (2008).


martes, 6 de julio de 2010

Oscuridad.

                             Cristo yacente. Gregorio Fernández, 1625.

Desde la oscuridad de la llaga alguien observa. Tal vez un ojo muerto, seco, ajado, con un marchito pétalo de negra amapola. Y el vientre que se hunde como una ola que regresa a su origen, la sangre que resbala enredándose en el muerto vello del sexo.