Estoy de vacaciones, lo cual hace que parte del tiempo que dedico a ganar dinero lo dedique a leer libros de poemas que compro con ese dinero que gano. Es conocida mi interés por la poesía norteamericana, país que ha dado no sólo los clásicos poetas confesionales y beat, sino que va mucho más allá que eso. Hablo ahora del extraordinario Billy Collins, uno de los autores que la incansable editorial Bartleby nos trae en exquisitas ediciones bilíngües junto a otros nombres como C.K Williams, Tess Gallagher o Rober Creely.
Billy Collins es un poeta de éxito en Estados Unidos, vende miles de ejemplares de cada uno de sus libros, lo cual no deja de ser sorprendente, aunque su poesía esté conformada con un lenguaje muy asequible al no lector de poesía sus cifras son verdaderamente sorprendentes.
El libro de Billy Collins que acabo de leer lleva por título "Lo malo de la poesía y otros poemas".
He aquí un excelente ejemplo de su poesía.
EDIFICIO CON LA FACHADA BOMBARDEADA
Qué subitamente lo íntimo
queda al descubierto en una ciudad bombardeada,
cómo el papel pintado con listas blancas y azules
de un dormitorio de un segundo piso está ahora
expuesto a la nieve que cae lenta
como si la habitación hubiera contestado a la explosión
vestida sólo con un pijama a rayas.
Algunos vecinos y unos soldados
tantean con un palo los escombros
y se fijan en la escalera que cuelga,
el retrato de una abuelo,
una puerta que se balancea de la bisagra que queda.
Y al baño se le ve casi avergonzado
de sus paredes de ocre al descubierto,
el amasijo de las tuberías,
del lavabo hundido hasta las rodillas,
la cortina de la ducha rajada,
la estela de burbujas destruidas de un pez de colores.
Es como una vista panorámica sobre una casa de muñecas
como si un niño arrodillado pudiera meter la mano
y coger el escritorio, enderezar un cuadro.
O pudiera ser una habitación sobre un escenario
en una obra sin personajes,
sin diálogo ni público,
sin principio, nudo y desenlace-
sólo los muebles rotos en la calle,
un zapato entre bloques de hormigón ligero,
una fina nieve aún cayendo
sobre un lejano campanario, y la gente
cruzando un puente que todavía se sostiene.
Y más allá -cuervos en un árbol,
la estatua de un gobernante a caballo,
y nubes que se asemejan al humo,
e incluso si sigues más, en otro país
en una manta bajo un árbol de sombra,
un hombre que sirve vino en dos vasos
y una mujer deslizando
los pasadores de madera de un cesto de mimbre
lleno de pan, queso, y varios tipos de aceitunas.
BILLY COLLINS (2005).
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