La sensación de haber perdido algo, la arena que entierra parte de tu memoria, lo perdido y que nunca puede volver a ser rehecho, de noches de verano en las que las adolescentes se bañaban en ropa interior con una cerveza en la mano, adentrándose en un mar primigenio, y de nuevo los antiguos ritos.
Y el moho que se enreda en la boca de los muertos y de los no nacidos, en los marcos de las fotografías olvidadas guardadas en cajones durante ya no se sabe cuánto.
Y el frío que hace contraerse la roca, desmenuzada ahora en mis manos, y aquella camisa rosa de grandes cuellos que llevabas aquella mañana en la estación.
Y el moho que se enreda en la boca de los muertos y de los no nacidos, en los marcos de las fotografías olvidadas guardadas en cajones durante ya no se sabe cuánto.
Y el frío que hace contraerse la roca, desmenuzada ahora en mis manos, y aquella camisa rosa de grandes cuellos que llevabas aquella mañana en la estación.
(Sobre la enorme fotografía, Gibraltar desde la entrada de La Línea, de mi amigo Pedro Miguel García Vázquez).
Más obra fotográfica en flickr.
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