José Hierro. Pablo García Baena. Luis García Montero. Poetas que han pasado por el Aula de literatura "José Cadalso", leyeron sus versos, los publicaron en los exquisitos cuadernos editados al cuidado de Juan, y luego intercambiaron palabras en un cena amable con algunos asistentes.
No estuve en aquellos años. Con quien si estuve el pasado mes de Abril fue con Chantal Maillard.
Mujer frágil que parece estar envuelta en un cristal de seguridad bajo el cual reposa con mirada perdida, inmune a lo que ocurre. No en vano, Chantal ha sufrido el dolor de la pérdida reciente de un hijo y ha estado a punto de morir de cáncer.
Chantal gesticula cuando lee sus poemas, dramatiza cierta poesía minimalista. Chantal da la impresión de que ya nada le conmueve en exceso pues tal vez ha sido conmovida demasiado hondo.
Cuando le di un beso de despedida en la mejilla, al bajar de la furgoneta de Juan para entrar en el hotel donde se hospedaba, sentí que la piel de Chantal es finísima, dulce al tacto de los labios. Posee, tal vez, la delicadeza de los que ha sufrido mucho.
No estuve en aquellos años. Con quien si estuve el pasado mes de Abril fue con Chantal Maillard.
Mujer frágil que parece estar envuelta en un cristal de seguridad bajo el cual reposa con mirada perdida, inmune a lo que ocurre. No en vano, Chantal ha sufrido el dolor de la pérdida reciente de un hijo y ha estado a punto de morir de cáncer.
Chantal gesticula cuando lee sus poemas, dramatiza cierta poesía minimalista. Chantal da la impresión de que ya nada le conmueve en exceso pues tal vez ha sido conmovida demasiado hondo.
Cuando le di un beso de despedida en la mejilla, al bajar de la furgoneta de Juan para entrar en el hotel donde se hospedaba, sentí que la piel de Chantal es finísima, dulce al tacto de los labios. Posee, tal vez, la delicadeza de los que ha sufrido mucho.
LA VISITA
Dejé el hilo fuera.
Para sentir el peso. Para
sopesar. Las losas agrietadas,
el bermellón ajado de la tapicería,
presencias. Puse en su sitio la mesa.
Me senté con los muertos. Fue
una tarde apacible.
Al salir me di cuenta que el pretérito
puede usarse tan sólo en el umbral
del sueño.
Ahora, el hilo. La casa, una de ellas,
a salvo, mientras tanto.
De: Hilos (2007)
Para sentir el peso. Para
sopesar. Las losas agrietadas,
el bermellón ajado de la tapicería,
presencias. Puse en su sitio la mesa.
Me senté con los muertos. Fue
una tarde apacible.
Al salir me di cuenta que el pretérito
puede usarse tan sólo en el umbral
del sueño.
Ahora, el hilo. La casa, una de ellas,
a salvo, mientras tanto.
De: Hilos (2007)
1 comentario:
Tuve el placer de tenerla de profesora. Una mujer con un pensamiento y capacidad de expresión realmente admirable.
Me avergüenza incluso hablar de ella porque no encuentro las palabras que puedan hacerle justicia.
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