Ese gusto por posar con la mirada profunda y brutal del esquizofrénico, y muchas veces también con la boca abierta que le da aún mayor patetismo a su expresión. Tiene el sesgo de la enfermedad, el mismo gesto de los que los que la padecen y me cruzo con ellos en la farmacia de mi barrio.
Algunos, los burgueses biempensantes, quieren atribuir la extraordinaria calidad de su poesía a su enfermedad mental. Es falso. Leopoldo María Panero es un extraordinario poeta independientemente de la influencia que hayan podido tener sus delirios psicóticos en su obra; quien conozca minímamente cómo cursa una enfermedad mental, sabrá que cuando se está en la vorágine del mal, no se puede hacer nada y menos aún escribir.
De pocas cosas sé en esta vida. Probablemente de una de la que algo sé es de poesía. Leopoldo María Panero es el mejor poeta de su generación, la de los 70, infinitamente superior a Luís Antonio de Villena o Pere Gimferrer, y aunque sus poesías son muy diferentes, es de mayor calado que la su hermano Juan Luis.
Los críticos de poesía, los exégetas, se encargan de fijar el canon, de subir al barco de quién quedará o permanecerá en al historia de la literatura. Desgraciadamente parte de ese trabajo se hace a base de bien repletos sobres de 30 monedas.
En mi opinión, existen generaciones completas de poetas sobrevalorados como los pertenecientes a la llamada poesía de la experiencia, que presente ahora en todas las editoriales, nada de ellos se recordará dentro de 30 años. La intención última de este breve escrito es afirmar que en los últimos treinta años de poesía, es decir, desde 1970, no ha habido un poeta más significativo que Leopoldo María Panero, a pesar de los altibajos de su obra y a pesar de que ahora mismo, a finales del 2007, sea un poeta acabado, pues cada vez que publica es la misma reiteración de un discurso ya escrito
La intención última de este escrito es, para quien no conozca la obra de Leopoldo María Panero, acercársela en esta breve Antología
Algunos, los burgueses biempensantes, quieren atribuir la extraordinaria calidad de su poesía a su enfermedad mental. Es falso. Leopoldo María Panero es un extraordinario poeta independientemente de la influencia que hayan podido tener sus delirios psicóticos en su obra; quien conozca minímamente cómo cursa una enfermedad mental, sabrá que cuando se está en la vorágine del mal, no se puede hacer nada y menos aún escribir.
De pocas cosas sé en esta vida. Probablemente de una de la que algo sé es de poesía. Leopoldo María Panero es el mejor poeta de su generación, la de los 70, infinitamente superior a Luís Antonio de Villena o Pere Gimferrer, y aunque sus poesías son muy diferentes, es de mayor calado que la su hermano Juan Luis.
Los críticos de poesía, los exégetas, se encargan de fijar el canon, de subir al barco de quién quedará o permanecerá en al historia de la literatura. Desgraciadamente parte de ese trabajo se hace a base de bien repletos sobres de 30 monedas.
En mi opinión, existen generaciones completas de poetas sobrevalorados como los pertenecientes a la llamada poesía de la experiencia, que presente ahora en todas las editoriales, nada de ellos se recordará dentro de 30 años. La intención última de este breve escrito es afirmar que en los últimos treinta años de poesía, es decir, desde 1970, no ha habido un poeta más significativo que Leopoldo María Panero, a pesar de los altibajos de su obra y a pesar de que ahora mismo, a finales del 2007, sea un poeta acabado, pues cada vez que publica es la misma reiteración de un discurso ya escrito
La intención última de este escrito es, para quien no conozca la obra de Leopoldo María Panero, acercársela en esta breve Antología
1 comentario:
Pues gracias por esa antología -me viene muy bien-. No había pensado en esa analogía entre Panero y Beckett, pero sí, existe y estremece.
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