Hay libros que son como putas bombas de relojería, que te estallan en plena cara al cogerlos y te dejan sin ojos y manos. Uno de ellos es Morgue, del extraordinario poeta alemán Gottfried Benn, libro enmarcado dentro de lo más duro del expresionismo, y sino juzguen.
SALA DE PARTURIENTAS
Las mujeres más pobres de Berlín
-trece niñas en habitación y media,
putas, presas, parias-
aquí retuercen sus cuerpos y gimen.
En ningún sitio se grita tanto.
En ningún sitio dolores y pesares
se ignoran tan completamente como aquí,
porque aquí justamente siempre se está gritando.
"¡Empuje usted, mujer! ¿Entiende, sí?
No ha venido aquí a divertirse.
No alargue usted el asunto.
¡Al apretar también salen los excrementos!
No está usted aquí para descansar.
No viene solo. ¡También usted tiene que hacer algo!"
Al fin llega: azulado y pequeño.
Orina y heces lo ungen.
Desde once camas con lágrimas y sangre
un único gemido lo saluda.
Sólo de un par de ojos brota un coro
de gritos de júbilo hacia el cielo.
Por este pequeño trozo de carne
pasará todo: desgracias y felicidad.
Y el día en que muera entre estertores y congojas
seguirá habiendo otros doce en esta sala.
GOTTFRIED BENN
SALA DE PARTURIENTAS
Las mujeres más pobres de Berlín
-trece niñas en habitación y media,
putas, presas, parias-
aquí retuercen sus cuerpos y gimen.
En ningún sitio se grita tanto.
En ningún sitio dolores y pesares
se ignoran tan completamente como aquí,
porque aquí justamente siempre se está gritando.
"¡Empuje usted, mujer! ¿Entiende, sí?
No ha venido aquí a divertirse.
No alargue usted el asunto.
¡Al apretar también salen los excrementos!
No está usted aquí para descansar.
No viene solo. ¡También usted tiene que hacer algo!"
Al fin llega: azulado y pequeño.
Orina y heces lo ungen.
Desde once camas con lágrimas y sangre
un único gemido lo saluda.
Sólo de un par de ojos brota un coro
de gritos de júbilo hacia el cielo.
Por este pequeño trozo de carne
pasará todo: desgracias y felicidad.
Y el día en que muera entre estertores y congojas
seguirá habiendo otros doce en esta sala.
GOTTFRIED BENN
1 comentario:
no puedo evitar recordar el parto de mi mujer. Salvando las distancias, algunas imágenes son muy parecidas. Aquí para no hacer esperar se utilizan fármacos como la oxitocina (que provoca muertes súbitas, partos difíciles) y la bestial episiotomía. En los centros privados realizan un enema para evitar la caca. Al final, la visión es la de una caverna ensangrentada y cagada que resulta repugnante. Nunca pude entender a los padres que graban el parto.
Aparte de todo, tu obra, que estoy conociendo ahora, me está pareciendo apasionante, así como tu blog.
Un saludo
peter
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