Sergio Berrocal
Desde aquel boom del ´99, formado por los poetas Antonio Espinel, César Aldana, Carlos Morillo y el que aquí escribe, se vivió una dura década de espantosa sequía literaria en el Campo de Gibraltar. Si por diversas circunstancias vitales, académicas en el caso de Morillo, profesionales en el de Espinel y de cambio de disciplina artística, -de la palabra a la imagen, en el de Aldana-, practicamente fui el único que mantuvo un andadura poética durante los restantes años. Diez años. Y una década es mucho tiempo.
Pero todo son ciclos, etapas, movimientos de la sangre y la bilis, que dieron como origen a dos grandes enormes poetas. Me refiero a Rúben Pérez, que publicó en 2009 la plaquette, Quien pueda decir adiós, y hace apenas unos meses ha aparecido el primer libro de Sergio Berrocal, Pequeña Oración, publicado en Ediciones Vitruvio.
No es Seconal un lugar destinado a la crítica literaria, lo he afirmado en otras ocasiones, ni para realizar exégesis poética, pero si quería destacar de Pequeña Oración la extraordinaria modernidad de su discurso. Mientras algunos siguen planteando actitudes estéticas decimonónicas y rimas de tiramisú, Sergio Berrocal, es capaz de unir cultura popular -escribe con Portishead- y alta cultura, en un discurso a veces intimista, otras metapoético y en ocasiones metafísico, pero sobre todo con una sensibilidad artística perfectamente engarzada con su tiempo. El tiempo que vive define al poeta, y Berrocal destila poemas del presente, que nos hacen tener la segura premonición, de que contamos entre nosotros, con una de las grandes voces de la joven poesía andaluza.
Nada más obvio de su modernidad que el poema que recojo, No-lugar, imbricado en el No-arte, la No-emoción, el distanciamiento del poema, que permite que éste introduzca sus dedos en la boca y hurga en nuestra carne.
NO-LUGAR
Ya sólo voy a buscarte
a los lugares inhóspitos:
donde nunca estuvimos,
todos son
y nadie hallo.
Donde seguro sé
del encuentro. En lo feliz
sin clepsidra del desierto.
Donde ya no eres
un espejismo de carne.
SERGIO BERROCAL (2010).
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