Desde la oscuridad de la llaga alguien observa. Tal vez un ojo muerto, seco, ajado, con un marchito pétalo de negra amapola. Y el vientre que se hunde como una ola que regresa a su origen, la sangre que resbala enredándose en el muerto vello del sexo.
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1 comentario:
Preciosa prosa, Ismael.
Un abrazo
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