César Simón es un poeta valenciano, no excesivamente conocido, ni al cual se le ha hecho la justicia poética que se debiera. Uno de esos autores de culto, que en vida, a pesar de publicar en las editoriales grandes, Visor, Pretextos, Hiperión, apenas vendía libros.
Su poesía, fundamentalmente, es una metafísica de lo cotidiano, una reflexión de carácter filosófico tal vez a ras de suelo. De justicia es que recoja uno de sus poemas incluidos en la antología Una noche en vela.
ADIÓS A QUIEN FUI
Ahora te recuerdo.
Y es hondo este recuerdo, aunque es inútil.
Tu vida aquella es lo que fuimos,
las piezas encaladas,
sin muebles casi
-de ninguna época-,
tu sensualidad transcendida.
Silencio fue, en aquellos años,
lo que viviste;
aire, lo que circuló por tu casa.
Bajo aquellas palmeras,
junto al brocal del pozo, unas gallinas
picaban el salvado;
las envidiaba un gato hambriento.
Un tren de otro siglo
se detençia en la estación
donde nadie esperaba,
salvo los árboles.
Alrededor, el campo;
el mar, al fondo.
No hay nada como el mar, decías.
Casas que tú has vivido.
Abiertos los balcones, silba el viento.
En el camastro yaces, escuchándolo.
Bíblicas ramas penden,
y la lluvia acaricia
con rumor embargante.
Retórico, lo fuiste
-no es posible no serlo-.
Eras sincero, sin embargo.
No en tus palabras, sino en tus costumbres,
en tus querencias,
en tus soledades.
Fue cierto que vivías sin saberlo,
que algo en la carne te salvaba,
que amabas el amor, sobre todo.
Gastabas poco -no tenías-,
vestías poco,
te divertías poco;
pero bebías en modestos bares.
Siempre eras un extraño: no jugabas,
no conversabas,
no conocías en los sitios.
Pero las playas eran tuyas; el mar, tuyo.
Y en casa, ni batín ni zapatillas,
porque vestías casi de soldado.
Adiós, te dije un día. Qué dislate,
si eras el lujo de mi vida.
CÉSAR SIMÓN.
Su poesía, fundamentalmente, es una metafísica de lo cotidiano, una reflexión de carácter filosófico tal vez a ras de suelo. De justicia es que recoja uno de sus poemas incluidos en la antología Una noche en vela.
ADIÓS A QUIEN FUI
Ahora te recuerdo.
Y es hondo este recuerdo, aunque es inútil.
Tu vida aquella es lo que fuimos,
las piezas encaladas,
sin muebles casi
-de ninguna época-,
tu sensualidad transcendida.
Silencio fue, en aquellos años,
lo que viviste;
aire, lo que circuló por tu casa.
Bajo aquellas palmeras,
junto al brocal del pozo, unas gallinas
picaban el salvado;
las envidiaba un gato hambriento.
Un tren de otro siglo
se detençia en la estación
donde nadie esperaba,
salvo los árboles.
Alrededor, el campo;
el mar, al fondo.
No hay nada como el mar, decías.
Casas que tú has vivido.
Abiertos los balcones, silba el viento.
En el camastro yaces, escuchándolo.
Bíblicas ramas penden,
y la lluvia acaricia
con rumor embargante.
Retórico, lo fuiste
-no es posible no serlo-.
Eras sincero, sin embargo.
No en tus palabras, sino en tus costumbres,
en tus querencias,
en tus soledades.
Fue cierto que vivías sin saberlo,
que algo en la carne te salvaba,
que amabas el amor, sobre todo.
Gastabas poco -no tenías-,
vestías poco,
te divertías poco;
pero bebías en modestos bares.
Siempre eras un extraño: no jugabas,
no conversabas,
no conocías en los sitios.
Pero las playas eran tuyas; el mar, tuyo.
Y en casa, ni batín ni zapatillas,
porque vestías casi de soldado.
Adiós, te dije un día. Qué dislate,
si eras el lujo de mi vida.
CÉSAR SIMÓN.
2 comentarios:
Qué distante la noche,
qué recogido el campo,
qué estridular melancólico.
Y el cuerpo leve ahí, en la oscuridad,
yendo y viniendo con las horas,
yendo y viniendo.
Pero también él pasará,
también la mecedora
una noche quedará quieta.
"El cuerpo leve", es genial.
Ahora mismo acabo de llegar de mi primer recital Ismael. Tendrías que haber estado allí.
Un abrazo, espero verte pronto.
Publicar un comentario