sábado, 12 de junio de 2010

Si el ala del ángel trazase la muerte en su pecho.

                 La multitud (the crowd), Pedro M. García Vázquez.


Los muertos caminan de la mano, con las cicatrices cosidas con viejo hilo de plata. Y un niño juega en la madrugada fría, en la oscuridad del grito, sobre el suelo húmedo de febrero, bosque de caminos que él sólo conoce y conducen al amanecer de la muerte. Pequeñas manos  que sostienen crías de rata de suave pelaje, y unas gotas de sangre empapan las páginas de Sebastian in traum.

viernes, 11 de junio de 2010

Un gusano flota en la botella.



                                       Maxico, Javier Plata.


Maxico. Pasear por los puestos callejeros de Ciudad Juárez el día 1 de Noviembre, observando todas esas calaveras de azúcar que los lugareños comerán al atardecer, sentados en las lápidas de sus muertos, mientras conversan alegremente sobre el nuevo recién nacido o el negocio que va  bien.

Es historia de viejos cónsules ingleses, de alcohól. Sucios trajes de lino manchados de sudor, beben otro tequila más -creen ingenuos que será el último-, mientras algunas putas casi niñas, con  raídos vestidos y  pelo enredado, soban la entrepierna, y roban sus últimos dólares.

Rostro de la muerte que Kerouac vislumbraba en las oscuras carreteras, con una botella de whisky casi vacía entre las piernas, y demasiado mezcal que Dean Moriarty guarda para el amanecer.

Es haz y envés, pero siempre acaba mostrando el mismo rostro: la muerte quieta que lame nuestra espalda tan fría.