domingo, 9 de mayo de 2010

¿Tiene hijos, señora Ford?


Richard Ford es uno de los escritores norteamericanos vivos más interesantes, junto a nombres como Tobias Wolff, al menos en mi modesta opinión.

Mi madre, puede ser considerada por muchos como una obra menor frente a novelas de la talla de El periodista deportivo. Sin embargo, hacía bastante que un libro no me conmovía de la forma como lo hace Richard Ford con Mi madre. Es simplemente, un homenaje a la que fue su madre, un recorrido por ese personaje decisivo en la vida de todos nosotros, desde que tiene los primeros recuerdos vivos de ella, hasta su muerte. Lo realmente asombroso de este breve libro, -apenas ochenta páginas, impresas en gran tipografía - es que mientras Ford rememora la figura de su madre, paralelamente hacemos lo mismo con la propia, relacionando acontecimientos que nos son extraños con nuestras íntimas experiencias.

Un ejercicio de confesión tan característico de parte de la literatura norteamericana contemporánea, tanto en narrativa como en poesía.

Un  par de fragmentos:

Pienso que eso es justamente lo que hizo por encima de todo después de la muerte de mi padre y de mi partida, cuando se quedó sola; se ocupaba de sí misma, hacía de eso un objetivo. Se volvió enérgica, sistemática, más pertinaz. Su voz profunda se hacía cada vez más profunda, adoptaba una especie de gravedad. Por la noche bebía para embriagarse un poco y adoptaba una actitud afectada (en particular con los hombres, a quienes comenzaba a considerar una carga). Hizo que su situación se convirtiera en costumbre y piedra angular de su caracter. No quería que nadie se aprovechara de ella, aunque sospecho que nadie lo intentaba. Una viuda tenía que estar alerta, tenía que prestar atención a todos los detalles. Nadie podía ayudarla. Una vida vivida con eficacia no la salvaría, no; pero la prepararía para aquello de lo que nadie podía salvarla.

[...]

Así transcurría la vida. No completamente sin objetivo. Pero sin un objetivo claro. Tal vez esto sea propio de toda una vida con los padres: un sentimiento de que debería alcanzarse una meta, luego el reconocimiento de cuál es esa meta insoslayable y finalmente el devolver la atención a lo que está hoy aquí y presente. A lo que sólo está aquí.

RICHARD FORD  (1998).

 

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